Las tierras burgalesas son pródigas en leguminosas. Sepa el comensal que hay garbanzos, garbanzuelos y galganas, y que cuando pueblan una olla en suave acompañamiento con otras verduras, rabo de buey, relleno de miga, huevo y perejil, tocino, chorizo, morcilla de Burgos y otras lindezas porcinas, constituyen el típico cocido de estos parajes.
Pero el comensal no ha de olvidar que, a más de estas gollerías garbanceras, puede llenar su panza con las célebres y nunca suficientemente ponderadas alubias de Ibeas. Podrá el comensal elegirlas blancas, pintas o rojas; y se le ofrecerán a su paladar en forma de estofado, de fabada o de olla podrida, manjar éste propincuo para climas fríos y fauces acogedoras, pues -pese a lo peyorativo de su nombre- convive en él la harinosa ternura vegetal de las susodichas alubias con la enjundia de la morcilla, del chorizo y del tocino, y con la untuosidad de las costillas, la oreja, el rabo y la pata del consabido puerco.
Considere finalmente el comensal, la gozosa posibilidad de engullir unas habas con jamón. Pero considere asimismo que las habas son leguminosas de vida efímera y que, por desgracia, sólo podrá contemplarlas en su plato durante unas escasas semanas de primavera. Al haba -como a la rosa de Francisco de Rioja-, la edad que le da el cielo "es apenas un breve y veloz vuelo".
Texto de Santiago Rodriguez Santerbas, 1967
Considere finalmente el comensal, la gozosa posibilidad de engullir unas habas con jamón. Pero considere asimismo que las habas son leguminosas de vida efímera y que, por desgracia, sólo podrá contemplarlas en su plato durante unas escasas semanas de primavera. Al haba -como a la rosa de Francisco de Rioja-, la edad que le da el cielo "es apenas un breve y veloz vuelo".
Texto de Santiago Rodriguez Santerbas, 1967
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